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Bixby, la nueva estrella de la inteligencia artificial del S8. Los algoritmos para la libre elección

Con la llegada de la inteligencia artificial y la progresiva e imparable preferencia por las pantallas de nuestros Smartphones frente a otros dispositivos con los que trabajamos en el día a día, ordenadores, tabletas, navegadores, etc. nuestra capacidad de libre elección está cada vez más cuestionada.

Hace muy pocos días, compartía con estudiantes de postgrado de una conocida Escuela de Negocios, lo que ya profetizaba McLuhan a nuestros padres. “El fin de la galaxia Gutenberg para establecernos en la galaxia Marconi”. En definitiva, algo que para nosotros es casi una evidencia y que podríamos resumir como el fin de la cultura escrita en favor de la cultura visual.

Pero, ahora, es casi más acertado decir que vivimos en la galaxia Berners-Lee, donde Internet es el macromedio total. Un nuevo medio que no pretende establecer una competencia con el resto de los medios, ni persigue su eliminación. No los elimina sino que los asimila para integrarlos en su propio medio y ponerlos a gravitar a su alrededor.

Es cierto que la superioridad de lo visual no es una novedad. Incluso, la inteligencia artificial tampoco lo es. Las nuevas estrellas digitales son ya conocidas por su nombre por todos nosotros: Cortana de Microsoft, Siri de Apple, Alexa de Amazon y Assistant de Google. A todas ellas, tendremos que añadirle una más, que mañana mismo 29 de marzo, Samsung nos anunciará. Será su asistente estrella artificial y su nombre es Bixby.

Pero, ¿qué nos avanza, con muy poco disimulo por cierto, este nuevo firmamento de estrellas digitales y de inteligencia artificial?

Pues que parece claro que el inminente futuro quiere dejar atrás la época táctil y adoptar la tecnología de voz para, que a través de ella e imitando nuestra propia forma de comunicación más antigua, inaugurar la nueva era que nos espera y lo que se ha bautizado como EL INTERNER DE LAS COSAS, que sólo será posible por la, cada vez más estrecha, relación con nuestros dispositivos móviles, tabletas, ordenadores y wearables.

El objetivo final es continuar con la integración, que antes comentaba, de todo nuestro entorno “multiconectado” desde un interface mucho más ambicioso, fácil y natural.  

Samsung, convencido que el futuro pasa por la inteligencia artificial, lo apuesta todo, con su nuevo S8 más la versión Plus.

No sabría decir si después o como consecuencia de un enorme fracaso mundial, a hombros de las baterías “poco fiables” de su último terminal, la marca surcoreana lanza mañana, 29 de marzo de 2017, su nuevo Smartphone S8 y S8 Plus que pondrá a disposición de todos una nueva “innovación aceleradora” con el que quiere forjar un “nuevo escenario disruptivo” y que pretende ayudar a consolidar una de las llamadas “tecnologías fundacionales” más prometedoras del panorama tecnológico actual: el análisis del Big Data.  

Y todo esto, con un punto de dramatización en la venta. Esa innovación aceleradora de Samsung nace como consecuencia de la decisión estratégica de “matar” a su primera criatura de inteligencia artificial, el S Voice de 2012, que lanzó al mercado con su S3.

El factor verdaderamente innovador del lanzamiento mundial de Samsumg, para mañana, es que Bixby no sólo será un buscador avanzado de información sino que nace con la ambición de “aprender de nuestras rutinas”, en llamadas, búsquedas de información, de envíos de documentos adjuntos, en definitiva, de hacernos más sencillo, rápido e intuitivo el uso del terminal mediante la “predicción de nuestro propio comportamiento”. Y esto, además de “customizar” primero, nuestro móvil hasta el punto de hacerlo único, para después extenderse a cualquier dispositivo con micrófono y conexión a internet (en palabras del Injong Rhee, director de I+D del área de software de la marca), puede convertirse en la piedra angular de toda la industria.

Para poder hacerlo realidad, una de las claves es que nuestro dispositivo móvil se asegure que nosotros somos quienes decimos que somos.

La tarea inicial será la determinación del “usuario principal”. Nosotros mismos podremos parametrizarlo mediante alguna de las variables biométricas que los dispositivos integrados en el S8 puedan identificar. Será nuestro patrón de voz, de imagen facial, huella dactilar o cualquier nuevo y exótico despliegue tecnológico con el que nos sorprenda Samsung.

Pero, lo nuclear aquí es la función para la que nace ese nuevo asistente Bixby y la potencia, rapidez y alcance del universo que sea capaz de construir a su alrededor, incluso a costa de uno de sus competidores más conocidos.

Por ello, Samsung ya ha compartido Bixby con los más importantes desarrolladores de Apps (incluidas las que puedan operar en dispositivos de Apple), para que pueda comenzar esa nueva era de omniconexión con electrodomésticos de todo tipo, y aquí no se si incluir, con un poco de maldad, al coche eléctrico a quien podremos ordenar que inicie su ciclo de recarga de baterías desde nuestro móvil, con dispositivos domóticos o, por ejemplo, con gigantes del comercio electrónico que, amable y diligentemente, nos sugieran “regalos” para amigos, pareja o “nosotros mismos”, en tiempo real y de acuerdo a nuestros patrones de compra, listas de deseos, preferencias personales o últimas compras.

Un gigantesco nuevo reto al que deberemos hacer frente no sólo desde nuestro rol de consumidores o profesionales del marketing, que nos obligará a desarrollar nuevas estrategias de marketing y comunicación entre marcas y consumidores, sino al resto de actores sociales.

Tendremos que alumbrar nuevos entornos normativos y de competencia. Sólo por citar el primero que se me viene a la cabeza, fuera de mi ámbito profesional…

Pero, para terminar, me gustaría compartir una de las reflexiones que leí a Yuval Noah Harari en uno de sus últimos libros, Homo Deus, respecto a la inteligencia artificial. Nos plantea el dilema que puede traer consigo la convivencia de ese nuevo “asistente artificial” con cualquier otro “ayudante o consejero” de nuestra propia especie (padre, madre, esposa, amigos o aquel profesor que te descubrió ese mundo al que ahora perteneces).

Si el índice de acierto, de coincidencia, de veracidad o de solvencia, en definitiva de ayuda, es mayor y más consistente (por factores estadísticas, de la accesibilidad de la que hablaban Kahnneman/ Tversky o de concurrencia) que el ofrecido por uno de nosotros ¿por quién nos dejaremos “aconsejar” en nuestro devenir futuro? Y, contando ya, con nuestra entera confianza por su competencia demostrada en saber cómo somos y qué queremos en muchas y diversas circunstancias a lo largo del tiempo en el que nos ha estudiado y averiguado nuestras preferencias, ¿lo haremos sólo para elegir un regalo, una tienda, un restaurante o un determinado proveedor virtual o también para elegir la compañera/o de vida, la inversión más importante de nuestra vida económica (nuestra casa), el alcalde de nuestra ciudad o el presidente de nuestro país?

 

Artículo realizado por Javier Espina Hellín CEO QLC SLP

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